miércoles, 8 de diciembre de 2010

" SOY CAUTIVO DEL AMOR. "

De sobra sé que Dios y La Santísima Virgen María me quieren muchísimo. Pero quién yo quiero no me ama por eso soy cautivo del amor. Y por supuesto sé positivamente que nunca me quera, con este amor tan inmenso que tengo dentro de mi ser sin poder derrocharlo nunca, ni expresarlo, ni mis sentimientos podrán nunca gozar de la experiencia del amor reciproco porque soy cautivo del amor. Pero me queda el consuelo de que Dios fue cautivo también por los hombres en la tierra. Y fue señalado con el dedo en el mundo porque iba predicando el amor de Dios e iba dejando en el mundo el mensaje de La Divina Providencia. Y le llamaban Jesús el cautivo. Así soy yo, a su imagen y semejanza cautivo pero por amor, por ser un humano como Jesucristo, también señalado con el dedo por los demás hermanos como fue Cristo en la tierra; Él por predicar el nombre de Dios, y yo por ser esclavo de un amor desgraciado e infeliz que nunca seré recompensado. Pero para que más maravilla que parecerme a Jesucristo y ser también un cautivo como lo fue Él. Por lo menos me queda el consuelo que sé que tengo su amor y el de La Santísima Virgen María. Por lo menos sé que hay un Dios que me ama. También amo a los pobres, y personas desoladas. Mi corazón se preocupa de estas personas y le entrego mi amor. Pero en el fondo soy cautivo del amor. Por culpa de un sello que los seres humanos mis hermanos, me han colgado, pero que no me preocupa. Ese sello debe de ser para tener más semejanza con Jesucristo y ser cautivo como lo fue Él. ¡Qué maravilla! Tener algo en común con Jesucristo, y es que soy cautivo; Él por promulgar el nombre de Dios y pregonarlo a los cuatro vientos fue cautivado. Y yo soy cautivo porque amo a quién no me ama. Pero tengo algo en común con Jesucristo. Para que más que ser “cautivo”. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.