lunes, 20 de diciembre de 2010

" EL PICONERO. "

En su niñez fue familia de piconero, nada de deshonra porque hacer picón en los tiempos que no había estufas para calentarse de los fríos de las noches de invierno. Era un trabajo digno de buscarse la vida para que los habitantes del pueblo se calentasen con las brasas del ramón que descuartizaban de los olivares cuando ya eran recogido sus frutos y se limpiaban los árboles para que al año que viene pudiesen dar nuevo fruto. Era un piconero sin cultura, ya que no podía estudiar por no tener medios económicos para ello en los años 70 y ayudaba a sus padres en la tarea del picón. Era retraído y casi sin amigos nunca pisaba la Iglesia, ni tan siquiera para ir a la misa obligatoria que decían en el colegio de primaria en aquellos tiempos franquistas, que teníamos que ir a misa los domingos. Pero se dio a conocer con un cura que le dio por aquél piconero, más que con los que íbamos a misa y nos inclinábamos por las cosas de Dios. Tenía predilección por él. Tanto fue así que el piconero ingreso por medio de aquél cura en el seminario; él que nunca había tenido contacto con la Iglesia, cosa bastante curiosa. Según cuenta mi madre el piconero, pasaba por nuestra puerta y no decía nunca buenos días, ni buenas tardes, e incluso estando ya en el seminario. Pero donde me dejan ustedes al piconero, las cosas de la jerarquía de la Iglesia, que el piconero llegan a decir que lo van a ordenar sacerdote tanto es así que el piconero lleva una parroquia, además da clases de religión y cobra un buen sueldo, como todos los sacerdotes que dan clase de religión. Un joven que nunca piso la iglesia y el piconero está enriquecido. Y además la jerarquía eclesiástica lo tiene como una reliquia, y lo nombra sacerdote para las vocaciones. Y el piconero predica en las hermandades y le dan sus buenos sobres cerrados como especie de limosna y de piconero le llaman don. Porque aquél sacerdote que un día le dio por él lo encumbró. Pero yo quiero mejor la humildad y quiero ser mejor piconero, que encumbrarme, porque los pedigüeños, de su parroquia que tiene en la entrada, hablan muy mal de él, no les ayuda ni para un bocadillo, según los pobres. Y es que ya no se acuerda de cuando era piconero. Porque los seres humanos en cuanto nos encumbramos perdemos la memoria desgraciadamente, y ya dejamos hasta de dejar de dar gracias a Dios. Ya somos ricos y ese don que nos ha dado Dios de riqueza y nos quitó el de piconero, no somos capaces de agradecérselo, porque aquello fue una cosa ficticia. Y ahora el piconero hace viajes a Rusia y a conocer el mundo. Pero el piconero que disfrute, creo que debe de disfrutar, porque llegará el día que también como todos vuelva a convertirse en picón y después en ceniza. Piconero dale gracias a Dios, porque conmigo sé de sobra que no quieres nada, nunca lo has querido, y por supuesto desde esta misiva tampoco lo vas a querer. Porque no vaya a ser que mi sello de la vida, que tu llevas oculto, y yo a voz en grito, porque ese me lo ha dado Dios y lo llevo a orgullo, te lo puedan comparar conmigo. Piconero darle gracias a Dios y a La Santísima Virgen, por haber conocido a quién te encumbró. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.