domingo, 5 de diciembre de 2010

" ¡BENDITO SEA DIOS Y EL NOMBRE DE LA VIRGEN MARÍA! PRIMER SAGRARIO DE A HUMANIDAD."

Aclamad todos los pueblos de la tierra, ¡bendito sea Dios y el nombre de La Santísima Virgen María!, que derrochan amor a todos los seres humanos con humildad. Habrá cosa más hermosa que ser humilde. Hay una cosa muy bonita que La Iglesia católica recomienda que es él ser humilde a pesar de todas sus riquezas, no todo iba a ser malo. También habla de que los seres humanos tenemos que ser humildes ante los ojos de Dios y dar todo por nuestros hermanos los pobres, desprendernos de todo, haciendo el bien con humildad. El ser humilde es algo maravilloso, no creérselo. Sino a veces decir Señor que se cumpla Tu voluntad eso es humildad. Postrarse ante los pies de Dios y de La Santísima Virgen con fe y creyendo en ellos siendo humildes. Y llevando el Evangelio a cabo aunque a veces vemos que sus representantes se equivocan como seres humanos que son; también son tentados por Satanás y no llevan el Evangelio como lo dispuso el Señor, y a veces queremos perder nuestras creencias cristianas. Porque a mí me ha pasado. Pero hay una cosa muy importante en mi persona, que a pesar de ello nunca he dejado de invocar el nombre de Dios y el de la Virgen María. Y también me ha tentado Satanás. Pero el nombre de Dios jamás lo he dejado de pronunciar, no como ha querido la Iglesia con oro y La Santísima Virgen como me dicen los sacerdotes La Reina enjoyada, no lo consiento, no lo siento, que me perdonen. Pero la Santísima Virgen es tan humilde que no consiente llevar encima ni una mínima lámina de oro por fina que sea y mucho menos el Señor. Que llevó corona de espinas, pero no un cetro de oro, como la Iglesia me lo representa con túnicas bordadas con hilo de oro y túnicas de terciopelo, porque su humildad no se lo permite. Tanto nos quiere que se desprende de todo el oro del mundo y de toda riqueza para dársela a los pobres. Por eso. ¡Aclamemos al Señor y a su amadísima Madre La Virgen María! en su humildad y en su caridad, derrochando amor a los seres humanos, a los enfermos, a los vagabundos, a los moribundos. Bendito sea el nombre de Dios y el de su Santa Madre La Virgen María primer Sagrario de la humanidad, con fe, humildad, caridad, y un amor tan grande sin distinción de clases. Derramando amor al mundo entero. Y los hombres sin poner freno a las guerras. Para que no se derrame ni una gota de sangre más en los países subdesarrollados, ni en los desarrollados como lo que está ocurriendo ya hasta en nuestra España que los maridos matan a sus mujeres cortándoles las cabezas y matándolas nadie tiene derecho a quitar las vidas humanas de nadie. Todos tenemos que morir por una ley de vida que Dios puso en ella que vino al mundo y Él fue el primero que murió por nosotros. En una muerte cruel, tan cruel que murió crucificado por nosotros los pecadores, para que viéramos que vino al mundo a sufrir por nosotros. Para que conociéramos que quién fuese pecador no tendría vida eterna en el reino de los cielos. Y fue ejemplo del hombre al que creo a su imagen y semejanza y también quiso morir y dar ejemplo como imagen y semejanza. Él fue el primero en dar ese testimonio por el que todos tendremos que pasar por ese transe que nadie quiere pero que Dios dio testimonio de que tenemos que fortalecernos para ganarnos la recompensa de la vida eterna, cuando lleguemos al paraíso y nos presentemos ante Él y nos pida cuentas. Aunque es tan infinitamente bueno que no lleva cuenta de los delitos, por el amor que nos tiene. En mi opinión seremos perdonados, pero recemos y amémosle. Porque Dios nos quiere muchísimo y no que lo tenemos en el olvido en un segundo plano. Cuando Él ha sido el participe de que estemos en esta vida, cuando nuestros padres un día por medio del amor decidieron tenernos y el intervino en esos genes para que fuésemos la persona adecuada que somos, para estar en la vida y ni siquiera se lo sabemos agradecer. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.