martes, 14 de diciembre de 2010

" LA HUMILDAD DE DIOS. "

Es algo muy difícil de explicar, pero que es verdadero lo que ocurre año tras año, en la fiesta de La Navidad. Si nos ponemos a pensar es la conmemoración del Nacimiento de un Niño. Un Niño que es tan humilde que viene al mundo y nace en lo más despreciable de la vida. Yo creo que ni los más desgraciados ni los más pobres de la vida de hoy en día, que viven debajo de los puentes les ocurren estas cosas porque acuden a hospitales para nacer. Pero Dios quiso ser humilde el más desgraciado, lo más pobre de la vida. Hasta tal punto de nacer en un pesebre con el calor del vaho de una mula y un buey. Esto es la desgracia de humildad por los suelos totalmente. Con la consecuencia de que viene al mundo a salvar a la humanidad. Por favor esto es para ponerlo en lo más alto de los confines queramos o no queramos. Y además con otro agravante que los hombres seguimos, celebrando ese Nacimiento aunque sea con consumismo con fiesta con jolgorio, como sea; pero lo seguimos celebrando, de cualquier forma, pero conmemorando, el Nacimiento de ese Niño que después se hizo hombre y hablo en nombre de quién lo había enviado a salvar a la humanidad. Y en estos días de Navidad tenemos que tener en cuenta, la humildad y el amor fraterno cosa que en la vida cotidiana, se nos olvida. Pero no se nos olvida al año que viene de conmemorar nuevamente la humildad del Nacimiento del Hijo de Dios. Aunque sea con consumismo, nos emborrachemos, pero todo porque se conmemora. “La humildad del Nacimiento de un Niño que nace en un pesebre”. Y que conste que me parece muy bien que lo hagamos en fiesta de consumismo y derrochando manjares y pasándolo en grande. Pero más me importa que por qué los cristianos recordamos el Nacimiento del Hijo de Dios. Algo inexplicable, pero que hay que reconocer. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.