domingo, 19 de diciembre de 2010

" SOLO DIOS SABE MI DÍA A DÍA. "

Hay días en mi vida que son casi silenciosos, son poco habladores. Pero sí pensativos y de recogimiento, porque tengo un amigo que me escucha que me ama y que me recibe cuando voy a verle con los brazos abiertos. Cosa que no recibo de ningún vecino ni de ninguna persona. Porque desgraciadamente la vida está deshumanizada de tal manera que cada uno va a su libre albedrío sin importarnos, metámonos todos si el hermano, que pasa por nuestro lado sufre o está necesitado pero somos así. Pasamos olímpicamente de lo cotidiano, yo hay días que no sé lo que es la comunicación con los seres humanos. Y veo que hay personas que practican la religiosidad y comulgan diariamente, y luego no se acuerdan de los hijos de Dios y de sus hermanos; ya que todos somos hijos de Dios. Pero tenemos un Padre misericordioso y una Madre cómo es La Santísima Virgen María sin enjoyar como dice la Iglesia que los dos sí que me quieren muchísimo, y por lo menos hablo con ellos, y me escuchan. Lo que no me escuchan mis hermanos que reciben el Cuerpo de Cristo diariamente y continuamente están en el confesionario para que le den la penitencia. Pero vuelven a caer en el mismo pecado que es, en el del amor fraterno con todos los hijos de Dios. Y eso no lo quiere Dios ni La Santísima Virgen María, y eso estoy harto de verlo hasta en las personas que se meten en el Neocatecumenado que se las dan que son más religiosos y más piadosos que los demás cristianos y promulgan a los cuatro vientos que llevan la religiosidad mejor que los demás hermanos. Pero veo también que no, que van a presumir de que van a una misa que celebran en comunidad; y se llevan bien entre los de la comunidad; pero no se acuerdan de los demás hermanos, también van a lo suyo, como todos. El único amigo de verdad que tengo y lo digo a los cuatro vientos y me moriré diciéndolo si es preciso pronunciándolo por la boca es mi Señor y mi Dios que me ama por encima de todas las cosas. Y la Santísima Virgen María. Y moriré con su nombre en mis labios, y repetiré todos los días de mi vida. Lo demás es falso y mentira y quisiera que alguien me contestara. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.