sábado, 3 de octubre de 2015

EL DÍA A DÍA DE LA VIDA.

No nos damos cuenta de cómo pasan los días de rápidos. Y cada vez cumplimos más años, año que pasa, año que cumplimos y vamos dejando en la vida nuestra huella, cómo la dejaron nuestros antepasados. Yo cuando hablan y comentan en los medios de comunicación (televisión)de restos arqueológicos no quiero ni mirar para la televisión, porque que desagradable es ver los restos de arqueología del cuerpo humano. Si nos ponemos a pensar no somos nada. Todo nuestro cuerpo desaparece, cómo antes de que existiéramos. Y aquí en el día a día de la vida somos avariciosos y no nos hablamos algunas veces los unos con los otros. Cuando todo va a quedar en agua de borrajas. Todo se acabará y nosotros desapareceremos y no quedará rastro de nuestro cuerpo. Nos convertiremos en polvo, en nada, en lo vano. Por qué no somos más amables los unos con los otros el día a día, que nos importa un pimiento lo que le pase al vecino de al lado. Cuando a lo mejor necesita de nuestra amistad, de nuestro amor y no somos capaces de dárselo. Reflexionemos y demos todo nuestro amor en la vida cotidiana siendo amables con los demás. Ya que todos somos hermanos e hijos de Dios, y la avaricia no lleva a ningún sitio nos moriremos y todo se quedará aquí en la tierra, Y nosotros seremos sepultados al final de nuestros días. Por eso seamos más vanidosos los unos con los otros en el día a día, que cuando nos demos cuenta nos iremos de esta vida tan ambiciosa. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.