sábado, 9 de abril de 2011

¿PARA ESTO NACÍ? PARA SER UN MARTIR EN LA VIDA. ...

En estos momentos en los que me dispongo a escribir estos humildes renglones. Me brotan las lágrimas de mi lagrimar mandadas por mis sentimientos del amor que lleva mi alma. Un amor infinito.



De los que las personas que hay hoy en día en esta vida no se lo noto ni se lo conozco o a lo menos no me lo demuestran. Ya he decidido caminar por la vida sin mirar ni a derecha ni a izquierda. Porque de nada me sirve así es como pasan hoy en día todos los humanos por la gran deshumanización que ha llevado al planeta donde nos ha tocado vivir.



No podéis imaginar lo que eso supone, para mi persona que lleva unos sentimientos que me inculco mi amada y querida madre ( qepd). Y que hace 50 días que Dios se la llevó con EL. Y me quito al ser que mas amaba en la tierra por quién lo di todo.



Incluso renegué de rehacer mi vida, por el amor, que le profesaba, a mi querida madre. Solo vivía para ella con la ilusión más grande que puede vivir un ser humano hijo de Dios con una fe inmensa puesta en Dios y en La Santísima Virgen.



Porque de sus representantes, paso muchísimo del daño que llevo en mi alma y que me han hecho todas las personas del entorno llamado Iglesia. Que no quiero decir que haya algo bueno como en la parábola de la cizaña y el trigo que lo malo era la cizaña y lo bueno era el trigo y crecieron juntos.



Porque Jesucristo dijo: no, no arrancar la cizaña no vaya hacer que arranquéis el trigo que es bueno dejad que crezcan juntos ya se separaran por si solos. Cristo dio su vida por sus ovejas como buen Pastor y yo di la vida por mi querida madre, la que me dio la vida, la que me dio el ser. Y cuando más felices estábamos incluso en su enfermedad.



El Padre Celestial se la llevó con Él. Para hacerme un mártir solitario y no tener tan siquiera con quién tener unas palabras de desahogo, de felicidad, de conversación como las tenía con ella cuando estábamos los dos juntos. Mi vida está en estos instantes vacía, rota rebozando de amor sin poderlo dar.



Porque salgo por las calles sin rumbo sin saber dónde ir. Con un libre albedrío sin paradero. Por ese centro sevillano plagado de gentes todas dialogando y yo solo. Ya no tengo ganas ni de visitar la morada de Cristo, donde me gustaba ir a dialogar con ÉL.



Pero tantas veces fui que mi visita parece que fue fracasada. O por lo menos no ha sido escuchada por ningún lado. Ha sido una visita mártir. Y hablaba con la Deidad oculta de Dios con mis ojos sollozos. Y aunque dice que es amigo que nunca falla puede que sea verdad. Pero cuando se ve su recompensa



O es que claro yo he venido al mundo a ser mártir solo me falta llevar en el brazo la palma. Que quizás este Domingo de Ramos, me la coloque. Si no la palma por lo menos una insignia que sea una palma que diga que soy, un martí. Como tantos ha habido, aquí en Sevilla Santas Justa y Rufina.



Un martí muy devoto en la ciudad muy milagroso abogado de lo imposible San Judas Tadeo y muchos más. En esa lista quién sabe a lo mejor me ponen a mí. Porque he venido a la tierra a sufrir. Lo que más quería era mi madre y no consigo asimilar la muerte de mi querida madre. Pienso que moriré de sufrir, para irme a darle el resto de mi amor a mi querida madre después de muerta.



Ahora a continuación os voy a exponer un párrafo que le escribí a mi madre cuando ya estaba malita.



NO ME DEJES SOLO MADRE MÍA.

Con quién voy a dialogar, con quién voy a reírme, a quién voy a pasear, a quién voy a darle de comer, a quién voy asear. Si me dejas solo madre mía. No se te vaya a ocurrir, hacedme esto, que una pena me darías y no quiero vivir con pena, que quiero vivir con alegría.



Juntitos los dos, como siempre con cariño y amor, como siempre nos hemos surtido. Con surtidores que caen de un manantial de una fuente, con sonido a chorritos suave de agua cristalina pura y limpia. Donde a su alrededor nace un musgo de verde hierba. Donde se posan los pajarillos a picotear y refrescarse su pico.



No me dejes solo madre mía, que aunque sea la ley de la vida, para mí sería la desgracia más grande que me ocurriría. Ya no tendría el amor con quién con partirlo, lo derramaría en lágrimas que brotarían de mi lagrimar enviadas desde mi corazón.



Porque no sería capaz de ser fuerte, como los demás humanos. Y es que verdaderamente no estoy preparado para la soledad y menos para la soledad que me dejarías, con los mimos que siempre me has dado, siempre a mí lado, siempre como hoja perenne pendiente de mí, hoja que no caduca en ninguna época del año.



Siempre viva y encima la llaman silvestre, cuando habría que llamarla, amor perenne, que nunca se va del árbol donde nació a no ser que un niño pase y este bajita y le pegue un tirón a la rama y se marche del árbol del que cuelga.



No me dejes madre mía, que no sabría encontrar el consuelo, por ninguna parte del mundo. Solo lo podría encontrar ante la morada de Dios y hablaría con ÉL y con la Santísima Virgen María que me abrirían sus brazos, para entregarme su amor, como me lo das tú mi querida madre.



Que la ley de vida nos va a desunir, hasta el día del final de la vida que nos veamos en el Paraíso a la derecha del Altísimo y La Santísima Virgen María que nos tendrá un sitio privilegiado por haber derrochado el amor, de madre e hijo en la tierra, donde solo los dos sabemos cómo hemos amado.



Y sabemos quién nos ha odiado, e incluso quién lleva nuestra sangre en sus venas. Porque desgraciadamente el amor en este mundo ha dejado de existir.



Y la humanidad ha sido fracasada, y ha triunfado el egoísmo. Cosa que no conocíamos y tuvimos que conocerlo junto con nuestro amor perenne. No me dejes solo madre. Madre mía, que aún es pronto para abandonar nuestro amor. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.