lunes, 2 de agosto de 2010

COMO EL AMOR DE UNA MADRE, NO HAY NADA

No me canso nunca de hablar de mi madre, pues es a la que le tengo que agradecerle el estar en la vida, el haberme tenido nueve meses en su vientre, es el amor que le tengo tan grande que no me canso de escribir de ella cosas, aunque el que lea esta misiva le parezca una tontería, pues gracias a sus ovarios y a los nueve meses que mimo en su vientre cuando me engendró en él, estoy en la vida. Si ella no hubiese existido no existiría yo, a ella le debo todos mis sentimientos que estoy orgulloso de ellos, por eso la amo tanto, porque me dio la vida, y como dice el titulo de esta carta como el amor de una madre no hay nada en esta vida terrenal. Porque luego tenemos el amor de Dios y el de La Santísima Virgen María, pero la que más no ama aquí en la tierra es la madre que nos trajo al mundo. Mi madre en estos momentos está pasando una racha mala; pues le dieron dos ictus. Yo vivo con ella ya que ella se quedó viuda y vivimos muy felices los dos. Dios quiera que sea por mucho tiempo, en el fondo no está mal del todo, solo que tiene una parte del cuerpo dormida como es una pierna y un brazo y todo hay que hacérselo como trasladarla a pulso de su sillón a una silla para trasladarla a su cama o a su silla de paseo; pero no me pesa, soy feliz entregado por completo a cuidar de mi madre y compartir con ella todo el tiempo que le quede que estar en esta vida. Habrá algo más grande que tener el cariño de una madre a tu lado, pues soy el más feliz del mundo. La paseo casi a diario, la llevo al centro, la llevo a ver al Santísimo a la capillita de La Plaza Nueva de San Onofre, que nos encanta visitar a Jesús Sacramentado. Nos encanta las tapitas sevillanas, que es lo típico de nuestra ciudad, montarnos en el metro centro. En definitiva disfrutar de esta ciudad tan maravillosa como es Sevilla. Es una delicia pasear por la ciudad de La Giralda. Y mi madre y yo lo hacemos encantados, yo demostrándole el cariño que ella se merece, y que ella me dio a mi cuando yo lo necesitaba. Ahora toca que yo me entregue en cuerpo y alma a ella por completo con mucho gusto. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.