martes, 30 de noviembre de 2010

" QUE SEVILLA BRILLE CON MIS COPLAS. "

Tanto amo a mi Sevilla, que quiero que Sevilla brille con mis coplas. Que la mujer sevillana se vista de faralaes y disfrute de sus fiestas cuando llegue la primavera y salga la savia nueva. Y cruce al otro lado del río y todo sea luz, y colorido alumbrado con luces encendidas bajo miles de farolillos de colores como Sevilla sabe hacer. Y en está esplendida ciudad, de poetas, y pintores ilustres brillen mis coplas cantadas por sevillanas para que la mujer sevillana radiante y esplendida, junto a su compañero sentimental del que está enamorada o del que se puede enamorar bailando mis coplas brille esta belleza de ciudad. Que es llamada; real, ilustre, e invicta, por su señorío, por su torre emblemática, como es La Giralda y también la que está a la orilla del Guadalquivir museo de navegantes también emblemática, La Torre del Oro. Que Sevilla brille con mis coplas en el baratillo toda una plaza llena de carruajes, donde Sevilla se va a ver a Morante de La Puebla, a Espartaco a ver su arte ante una fiera que salta sobre su coso llamado Real Maestranza de Caballería, emblema monárquico de nuestra ciudad. Que Sevilla brille con mis coplas, en el arco de La Macarena, cuando sale la Esperanza, o en el barrio de Triana en pleno Altozano también con otra Esperanza, la de Triana. O con la valiente, La Estrella, o con su Cristo de la Expiración, El Cachorro que mira hacia el cielo con los ojos vueltos, como si estuviera borracho muerto en la cruz y reflejándose en el puente de Triana mecido por la corriente. Yo quiero que Sevilla brille con mis coplas, porque en Sevilla no nos morimos nunca del arte tan grande de esta ciudad. Como me gustan las callejuelas de las bodeguitas de las calles harinas, donde me doy de cara con la flor del Toranzo, y se come el jamón mejor que en Jabugo, que es donde se sala para paladearlo. ¡Pero en Sevilla sabe mejor! Yo quiero que Sevilla brille con mis coplas, en la tasca de casa Morales. Si sí… en la calle García de Vinuesa, para paladear su rico vino dulce de la bodega más antigua de Sevilla, con el piso de suelo de cerril, pero que el vino te sabe a gloria bendita. Y luego si es sábado cómo me gusta, pasar a postrarme ante La Santísima Virgen de Los Reyes en su sabatina, con ese órgano magistral tocado por las manos del maestro y canónigo don Enrique Ayarra que se vino del norte un día y se hizo sevillano. Que Sevilla brille con mis coplas, cuando El Simpecao del Salvador o el de Triana salen en Mayo pá la Aldea del Rocío con sones de flauta y tamboril. En fin que Sevilla brille con mis coplas, por los siglos y los siglos. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.