sábado, 27 de noviembre de 2010

" ¡CONSUELO! DAME CONSUELO. "

¿Consuelo? Dónde estás que no te encuentro. ¡Consuelo!, consuélame como sueles consolar a todos los que sufren y te necesitan. Y yo en estos momentos te necesito. ¡Consuelo! Dame consuelo. En estos momentos de soledad apiádate de mí. ¿Consuelo? Dónde estás que no te encuentro. ¿Estás en el aire? ¿Ó quizás estás buscándome y no me encuentras? Acude en mi auxilio, Consuelo no me dejes solo. Nunca tuve que recurrir a tu auxilio de esta forma tan desesperada. Y es que lo más hermoso que tengo en esta vida me ha desconsolado y recurro a ti, al consuelo. Por eso no me canso de decir. ¡Consuelo! Dame consuelo. Consuelo que en la humanidad de hoy en día no hay consuelo. Consuelo no te vayas de esta vida, que todavía hay seres humanos que necesitamos consuelo, porque tenemos sentimientos de cristianos. Porque creemos en Dios y en La Santísima Virgen María, que son los que nos dan el consuelo. Por eso hay veces que te encuentro, en cuanto mi lagrimar deja de brotar lagrimas. Y es que Dios me ha enviado el consuelo y sé que estás ahí. Porque el consuelo lo manda el Señor y La Santísima Virgen María que también pasaron por el transe que yo estoy pasando. Cuando Jesucristo fue Crucificado, y tú consuelo, consolaste a La Santísima Virgen María de sus sollozos llantos al pié de la cruz. Una vez más te digo ¡Consuelo! Dame consuelo. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.