sábado, 14 de mayo de 2011

" NO ME DEJES SOLO MADRE MÍA. "

Con quién voy a dialogar, con quién voy a reírme, a quién voy a pasear, a quién voy a darle de comer, a quién voy asear. Si me dejas solo madre mía. No se te vaya a ocurrir, hacedme esto, que una pena me darías y no quiero vivir con pena, que quiero vivir con alegría. Juntitos los dos, como siempre con cariño y amor, como siempre nos hemos surtido. Con surtidores que caen de un manantial de una fuente, con sonido a chorritos suave de agua cristalina pura y limpia. Donde a su alrededor nace un musgo de verde hierba. Donde se posan los pajarillos a picotear y refrescarse su pico. No me dejes solo madre mía, que aunque sea la ley de la vida, para mí sería la desgracia más grande que me ocurriría. Ya no tendría el amor con quién con partirlo, lo derramaría en lágrimas que brotarían de mi lagrimar enviadas desde mi corazón. Porque no sería capaz de ser fuerte, como los demás humanos. Y es que verdaderamente no estoy preparado para la soledad y menos para la soledad que me dejarías, con los mimos que siempre me has dado, siempre a mí lado, siempre como hoja perenne pendiente de mí, hoja que no caduca en ninguna época del año. Siempre viva y encima la llaman silvestre, cuando habría que llamarla amor perenne, que nunca se va del árbol donde nació a no ser que un niño pase y este bajita y le pegue un tirón a la rama y se marche del árbol del que cuelga. No me dejes madre mía, que no sabría encontrar el consuelo, por ninguna parte del mundo. Solo lo podría encontrar ante la morada de Dios y hablaría con ÉL y con la Santísima Virgen María que me abrirían sus brazos, para entregarme su amor, como me lo das tú mi querida madre. Que la ley de vida nos va a desunir, hasta el día del final de la vida que nos veamos en el Paraíso a la derecha del Altísimo y La Santísima Virgen María que nos tendrá un sitio privilegiado, por haber derrochado el amor de madre e hijo en la tierra, donde solo los dos sabemos cómo hemos amado. Y sabemos quién nos ha odiado, e incluso quién lleva nuestra sangre en sus venas. Porque desgraciadamente el amor en este mundo ha dejado de existir. Y la humanidad ha sido fracasada, y ha triunfado el egoísmo. Cosa que no conocíamos y tuvimos que conocerlo junto con nuestro amor perenne. No me dejes solo madre. Madre mía, que aún es pronto para abandonar nuestro amor. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.