domingo, 15 de mayo de 2011

"MI AMOR NO TIENE YA CON QUIÉN COMPARTIRSE."

Mi amor se ha quedado completamente solo. Ya no tengo con quién compartirlo. Mi madre que era la que recogía mi amor, se me ha marchado junto a La Divina Providencia y La Santísima Virgen María. Que seguro que le abran abierto sus brazos para que esté junto a ellos. Porque lo dice la ley de la vida. Una ley que nunca llegaré a comprender con lo feliz que fuimos los dos. Dándonos amor recíprocamente mi madre y yo. Mi querida madre a nada le dabas importancia. No te preocupaba nada. Eras feliz a tu manera conmigo con tu Manolo. Íbamos a todos lados y nada te preocupaba. Si venían a verte o no tú familia. Eras feliz conmigo. Y ahora me has dejado solo para sufrir. Que no dejo de echar lágrimas todos los días. Por lo solo que me he quedado. Seguro que estarás sufriendo mucho viéndome llorar. Pero no puedo olvidar tú amor. Que no me lo da nadie, ni el consuelo que tú me dabas cuando tenía algún problema. A todo A todo quitabas importancia con tal de que yo fuese feliz y disfrutaramos los dos. Nos reímos mucho. Pero todo se derrumbo con la llamada de Dios tuya para siempre. Tengo un amor tan inmenso dentro de mi alma que no se comparte con nadie. Solo lo compartía contigo con quién más he amado en la tierra. La mujer que me trajo al mundo y adoré hasta que le di sepultura. Pero madre es que no se me caes del pensamiento ni un segundo del día. Te rezo a muchas horas del día. Solo sé decir madre te quiero. Como tu amor no voy a encontrar otro igual ni lo quiero. Solamente pido a Dios que me de consuelo. Así como a La Santísima Virgen María. Que sean benévolos conmigo y que me hagan comprender la ley de la vida que no acepto. Solo aquí en la soledad de mi alcoba, donde siempre estuve viéndote desde ella en tu sillón donde te sentabas y tú me veías. Cuanto sufrimos por parte de nuestra familia que corre por sus venas la sangre nuestra y no le dabas importancia. Madre eras una santa, a todo le quitabas importancia. Y yo no aprendí de ti. Para hacerme fuerte en la vida que me ha tocado vivir y que fui tan feliz contigo. No quería a nadie, solo a mi querida madre que todos los días me piropeaba o me mimaba con algo. Que altar te pondría madre más grande. Juan Pablo II. Se queda en miniatura al lado tuyo. Porque quisiste mucho a Dios y La Santísima Virgen María. Tanto los amabas, que te llevaron con ellos. Y yo me quede con una pena mansa, tan grande que todos los días brota de mi lagrimar sollozas lágrimas que nadie me enjuga. Porque estoy solo y apenado. No quisiera conocer la soledad. Pero el destino ha querido que la conozca. Para vivir con la soledad. Porque el amor de mi ser no sé a dónde derrocharlo. No tengo casi familia ya. Solo mis dos hermanas que me dicen que me quieren. Pero comprendo que sus vidas sean distintas a las mías. Menos mal madre que me dejaste dos hermanas. Para que vinieran a verme. Porque mi corazón se muere por tu amor. Madre por favor mándame consuelo desde donde estés. Pero no sabía lo que era sufrir hasta que te has marchado por esa ley de la vida. Que no me convence y que tengo que aceptarla. Madre siempre estarás en mi mente. Esto no lo podré olvidar nunca. Como tú me decías cuando yo te preguntaba si te veía seria. ¿Mamá te pasa algo? ¿Estás enfadada conmigo? Y tú me decías. ¡Contigo nunca! Cuantos recuerdos y yo solo sin consuelo con mi sollozo llanto. Madre que Dios te tenga en un sitio privilegiado. Pues todos los días rezo por ti. Un beso grande. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.