jueves, 9 de septiembre de 2010

" EL SOL SALE DIARIAMENTE PARA TODO EL MUNDO IGUAL. "

Es muy curiosa y maravillosa lo bien que creó Dios la vida, tanto para los ricos como para los pobres. Aquí en este caso no hay beneficios para nadie. Y es que el sol sale todos los días para todos los seres humanos igual en la misma igualdad de condiciones. Y también se acordó que no hay beneficios para los ricos ni para los pobres a la hora de la muerte, todos somos iguales. Fue muy justa La Divina Providencia en estos dos ejemplos que narro en esta misiva. Si el sol no saliera nada más que para los ricos nos comeríamos unos a otros, o la muerte la pudieran comprar los ricos, también la vida sería un infierno. Pero Dios fue justo tanto con los ricos como con los pobres. En esto tenemos que dar gracias diariamente que todos los días sale el sol para todos. Y el mundo gira a nuestro alrededor en cada estación del año unas veces son los días más largos y otras veces son más cortos según las estaciones del año. Por eso no tenemos más remedio que creer en La Divina Providencia y comprender y aceptar que el mundo está creado por un creador que nos apuesto en él para que vivamos como seres humanos. Y nos ha dado unas plantas, unas semillas que siembran en la tierra y son fruto de alimento para nuestro cuerpo. Y también nos acompañado de animales que nos dan carne para comer, y la tierra nos la ha rodeado de mares para que crezcan animales en sus aguas que también nos sirvan de alimento; como son sus pescados. Y nos ha dejado a nuestro libre albedrío, libres, para que formemos unas familias y unos hogares y procreemos la vida, hasta que llegue el final del mundo. Porque todo tiene su principio y su fin. Un fin que habrá justicia como la hubo en otros tiempos en la que salvo Noé el único hombre que había en aquellos tiempos que era bueno y no era como los demás. Y Dios destruyo el mundo con un diluvio universal, salvando a Noé y a su familia y a una especie de animales de las que había creado en un arca que fabricó el propio Noé junto con su familia. Y llovió tanto que todo fue destruido hasta que dejo de llover y las aguas volvieron a los mares y la tierra volvió a procrearse. Pues igual habrá una destrucción, y se salvará aquél que haya obrado bien en la tierra. Y haya cumplido con los mandamientos de La Ley de Dios. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.