martes, 17 de abril de 2012

" MANOS QUE NO DAIS QUE ESPERÁIS."

En esta vida que nos ha tocado vivir, hay que ser benévolos los unos con los otros. Si no tendríamos que aplicarnos el título de este artículo. Que ya escribieron los apóstoles en su día que Jesucristo dijo que teníamos que compartir, nuestras cosas con los demás. Si no “manos que no dais que esperáis” Yo me dedico a la música y a escribir letras de canciones. Pero no se tocar ningún instrumento musical. Veréis me explico yo cojo un micrófono conectado a la torre del ordenador, como también cojo una letra de canción en su folio escrita ya, para ponerle música. Y conforme la voy leyendo la canto con mi voz y al terminar ya está la canción hecha. Yo después me busco un músico que sepa el do-re-mi-fa-so la sí y la pasa a partitura en un piano. Eso para mí tiene mucho merito que esa persona colabore conmigo aunque la canción sea mía puesto que yo la he inventado. A la hora de repartir ganancias de la canción por medio de la SGAE, no soy avaricioso y a ese señor que me tradujo la canción a partitura para que todo el mundo la pueda tocar; de mis derechos de autor que es un 100% le regalo el 30%. Por eso no tengo problema con manos que no dais que esperáis. Y es lo que se debe hacer que mínimo ayudar a quién te ayudó. Hay que ser recíprocos con las personas. No que hay otros que todo lo quieren para ellos. Y esas personas no pueden esperar nada de la vida. Hay muchos ejemplos en la vida de “manos que no dais que esperáis” Pongamos otro ejemplo el cabrero que está en el campo y el señorito lo tiene de cabrero todo el día guardando las cabras; que el cabrero tiene que llevarse su taleguilla con su comida y además le da poco sueldo. Pues este señorito no puede recibir mucho de sus cabras, en caso de que se le pierda alguna, al cabrero le dará igual y cuando le pregunte por esa cabra le echara un embuste al señorito, ya que no tiene un detalle con el cabrero de simpatía ni económico tres euros y medio y fuera. Porque todavía desgraciadamente existen esos tiempos de la dictadura; que se trabajaba de sol a sol. Ya que el campo no está pagado con nada. Así que ese señorito no pueden sus manos esperar nada de ese cabrero es decir ni las gracias. Y es que verdadero es “manos que no dais que esperáis. Manuel Enríquez Becerra. Sevilla.